Cuenta una antigua leyenda
que un bosque lejano y perdido,
una vez llegó un lobo solitario
cansado y muy mal herido.
Víctima de una pelea feroz
contra enemigos que lo cazaban,
por ser el último de su especie
y porque su libertad envidiaban.
Cuando su final veía cerca
una presencia sintió a su lado,
una bella campesina lo tocó
y sin saberlo lo había salvado.
Sacando fuerzas quien sabe de donde
la joven hasta su casa lo llevó,
tras dejar un río de sangre
que la tierra para sí absorbió.
La joven con mucha paciencia
las terribles heridas fue curando,
lo alimentaba y cuidaba sin descanso
y de las garras de la muerte lo fue alejando.
Con su ternura y cariño sin igual
el lobo sus energías fue recuperando,
ya había vuelto a ponerse en pie
y cada día más y más mejoraba.
Ya cuando estuvo curado
el lobo se volvió su protector,
y juntos disfrutaban del bosque
desde la salida hasta la puesta del sol.
Pero una tarde aquellos cazadores
el lobo a lo lejos los pudo percibir,
y para no ponerla en peligro
le hizo entender a ella que debía partir.
Ella llorando con un beso de amor lo despidió
y entonces un hechizo milenario se quebraba,
el lobo se convirtió al final
en el príncipe con quien ella siempre soñaba.
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